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Booz llamó a diez ancianos de la ciudad y les pidió que se sentaran como testigos. Booz le dijo a su pariente:

―Tú conoces a Noemí, que volvió de Moab. Ella quiere vender la propiedad de Elimélec nuestro hermano. Yo creí que debía hablarte de ello para que puedas comprarla, si quieres, con estos hombres respetables como testigos. Si la quieres, házmelo saber ahora, porque si tú no la compras, yo lo haré. Tú tienes el primer derecho de redimirla y yo estoy después.

―Muy bien, yo la compraré —contestó el hombre.

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